"Las fronteras están desapareciendo" afirmaba Kenichi Ohmere en el último informe del World Bank, pero la verdad es que se han triplicado en los últimos 50 años.



Motivación personal


La idea de realizar un estudio sobre la permeabilidad fronteriza entre Panamá y Costa Rica surge tras haber cruzado personalmente la frontera por el cruce Sixaola- Guabito, en mi viaje de 2008 por tierras caribeñas, donde como cualquier otro turista me desplacé de Puerto Viejo- Limón a Bocas del Toro. Mi experiencia fue del todo grata.

Como estudiante de geografía y panameña en origen creí conveniente elaborar un estudio con cierto rigor sobre la zona. Que yo pudiera cruzar con facilidad, no implica que la frontera fuese permeable para todos (no es lo mismo un turista que un residente, ni el paso de unas u otras mercancías). Gracias a la elaboración de este estudio he podido comprobar exitosamente que entre Panamá y Costa Rica se establecen unas relaciones cada vez más positivas. Todos conocemos la permeabilidad entre países de la Europa comunitaria, pero y ¿entre países latinoamericanos? Muchas veces, estando cargados de prejuicios, creemos que en Latinoamérica cruzar una frontera puede ser algo de los más peligroso. Especialmente cuando nos llegan constantes noticias sobre México y sus cruces fronterizos con Estados Unidos. Recuérdese que la generalización en nuestras observaciones se puede convertir en una herramienta de lo más dañina.

Dicho esto, simplemente quisiera añadir lo siguiente: mi interés no sólo ha venido dado por la propia vivencia, pues uno cuando viaja (y siendo un tanto agradecido por la increíble oportunidad que se le brinda) suele fascinarse con casi todo, en especial por tierras tan exóticas como las de éste que realicé. He tenido un doble interés, este primero y, un segundo más de carácter ético: poder mostrar el lado positivo, de progreso e intento de mejora del Caribe peninsular, apoyándome en estudios varios y fuentes estadísticas.

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